(Por Selva Almada) La reunión es en la Mutual Sentimiento, un espacio recuperado a fines de los noventa. Estos sitios siempre me provocan emociones encontradas: por un lado la rabia y la tristeza de todo lo que se llevaron puesto los años noventa y de todo lo que se está llevando puesto el neoliberalismo, de nuevo, veinte años después. Por otro lado el orgullo de la barricada, sitios, edificios que resisten contra todo y contra todos, gente que los habita y los resignifica. El edificio de la mutual es helado. Dos viejos ascensores, muy espaciosos, nos llevan despacio al tercer piso. Tengo miedo de que se trabe y nos quedemos ahí, entre las paredes. Siempre me da miedo quedarme atrapada en un ascensor. Hay un cartel enorme que dice farmacia, que quedó ahí de las viejas épocas. Hay puertas cerradas, baños con carteles que dicen clausurado, hay pupitres… allí funciona el primer bachillerato trans de Argentina. El lugar donde nos reunimos es un aula. En la pared hay pegado un papel afiche con un cuadro que invita (habrá invitado pues ya está completo) a poner palabras sugeridas por colores. Por ejemplo: rojo y en ese casillero la palabra diablo. Por ejemplo: blanco y oso polar… me hacen sonreír esas asociaciones, son inocentes, como si las hiciera un chico muy chico. Comienza la reunión y hay una palabra que se impone. No sé en qué casillero la pondría si tuviera que ponerle un color. Es la palabra silencio. Es una palabra helada como la intemperie. Dejar en la calle a 354 periodistas es condenarnos al silencio. El periodismo no ganó nada. Los ciudadanos no ganamos nada con los despidos de Télam. Solamente perdemos libertad de expresión.
Fuente: https://www.perfil.com/noticias/columnistas/mutual-sentimiento.phtml